V: Kronstadt o el día que el partido impuso su voluntad
Por Diego Farpón. LQSomos.
– I: 1923: el partido bolchevique en la encrucijada
– II: Lenin y la conciencia de la burocratización del partido bolchevique
– III: Lenin y el combate contra la burocratización del partido bolchevique
– IV: La cuestión nacional y el combate por el bolchevismo
El partido, otrora vanguardia y con capacidad de influencia y dirección sobre las masas, al tiempo que era capaz de ser eco de las reivindicaciones legítimas de estas, se desdibujaba en la medida en que la que la clase obrera languidecía por el bloqueo económico mientras era exterminada por la invasión imperialista.
La falta de estímulo exterior -la Revolución alemana se hace esperar- tampoco ayudaba; el Estado, que debía entrar en un proceso de extinción, se hizo fuerte: los soviets retrocedieron, la burocracia se impuso. Así, sutilmente, el Estado pervivía de manera transfigurada: la contrarrevolución construyó un espacio que le permitió no ser aniquilada.
El proceso de transformación del partido bolchevique se hizo relevante cuando se situó por encima de la clase obrera. En su delirio final acabaría, también, por encima de la militancia bolchevique y de la vieja guardia leninista: “el partido” asesinará en nombre de la revolución a las/os revolucionarias/os. “El partido”, porque había dejado de ser el partido de Lenin y de la revolución para ser el partido de la contrarrevolución, de la burocracia, de la resistencia de la sociedad de clases y de la posibilidad de recomposición del Estado agonizante.
La rebelión de Kronstadt es sintomática. Hunde sus raíces en la situación económica, pero también refleja debates que tenían lugar en el partido: “(…) la discusión sobre los sindicatos y la campaña de Zinóviev a favor de la “democracia obrera” avivan las brasas. El comité del partido en Petrogrado, intentando explotar el descontento de los marinos ante la centralización que imponen los comisarios políticos, exige que le sea confiada la dirección política de la flota: Zinóviev respalda a los que denuncian la “dictadura de los comisarios” y, en Kronstadt, todos estos elementos de agitación encuentran el terreno abonado” (epb, p. 199).
Pero no encontramos críticas bolcheviques ante lo ocurrido, ante la represión, a pesar de que “(…) el programa de los rebeldes despertaba no pocos ecos del programa de la revolución de 1917 cuya punta de lanza había sido Kronstadt, y las reivindicaciones que incluía correspondían a las aspiraciones de buen número de obreros y campesinos, cansados del sacrificio, exhaustos, destrozados y hambrientos (…)” (epb, p. 204). La ausencia de autocrítica no parece justificada aún cuando “(…) los militantes delegados al X Congreso, incluso los pertenecientes a la oposición obrera, han intervenido en el ataque y en la represión (…)” (epb, p. 204).
Poco más tarde, en el esquema de sobre el impuesto en especie, Lenin resume Kronstad: “la economía en la primavera de 1921 se ha transformado en política” (Lenin, v. 43, p. 398). Había sido, pues, la situación económica la que había propiciado la rebelión. La rebelión de Kronstadt tenía, al menos, parte de razón: el comunismo de guerra pasaba a la historia. En el X Congreso se introdujo la NEP: “(…) en este sentido hemos cometido muchas faltas, yendo demasiado lejos: hemos ido demasiado lejos por el camino de la nacionalización del comercio y de la industria, por el camino de cerrar la circulación local de mercancías. ¿Ha sido un error? Sin duda alguna (…) Mas, al propio tiempo, el hecho indudable, que no debemos ocultar en la agitación y la propaganda, es que hemos ido más lejos de lo que era necesario desde el punto de vista teórico y político. Podemos permitir en grado considerable el libre intercambio local de mercancías, no destruyendo, sino reforzando el poder político del proletariado (…)” (L, v. 43, pp. 62-63).
Será años más tarde Víctor Serge quien señalará la importancia de la reflexión: “(…) el episodio de Kronstadt a la vez plantea las preguntas sobre las relaciones entre el partido del proletariado y las masas, sobre el régimen interior del partido (la oposición obrera fue maltratada), sobre la ética socialista (todo Petrogrado fue engañado por el anuncio de un movimiento blanco en Kronstadt), sobre la humanidad en la lucha de clases y sobre todo en la lucha en el seno de nuestras clases. Finalmente hoy se nos pone a prueba en relación con nuestra capacidad de autocrítica” (la degeneración de la URSS y la guerra civil española, pp. 157-158).
En su momento el más sincero fue Radek: “(…) ¿acaso debemos ceder ante unos trabajadores cuyas fuerzas físicas y su paciencia están agotadas y que están menos informados que nosotros respecto a sus propios intereses generales? (…) el partido opina que no puede ceder, que debe imponer su voluntad de victoria a los trabajadores fatigados dispuestos a abandonar (…)” (epb, p. 205).
Las/os bolcheviques no sabían, entonces, hasta dónde sería capaz el partido de imponer su voluntad.
– I: 1923: el partido bolchevique en la encrucijada
– II: Lenin y la conciencia de la burocratización del partido bolchevique
– III: Lenin y el combate contra la burocratización del partido bolchevique
– IV: La cuestión nacional y el combate por el bolchevismo
– Imagen: Tropas del Ejército Rojo atacando Kronstadt. Wikipedia.
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Un desastre que señala el inicio de la regresión de la Revolución rusa.
Salvemos el intento de mediación de la anarquista Emma Goldman, un intento no escuchado y que acompañó la fractura de un bloque revolucionario imprescindible para avanzar: libertarios y bolcheviques, las dos hélices de la transformación social…las hélices dislocadas tras la implosión de la Primera Internacional.
De aquellos polvos, estos lodos!