Collages: 30 Historias de mujeres occidentales (casi) libres
Por Nònimo Lustre.
Mujeres Libres, nº 13, Barcelona, 1938. No creemos en la modestia. Para nosotras o es pobreza de espíritu o vanidad disimulada. Por eso nuestra actuación está llena de afirmaciones audaces… La Federación Nacional Mujeres Libres es el exponente más rotundo que se haya dado jamás de capacidad femenina. Pasaron los tiempos de discutir hipotéticas superioridades… la mujer ha demostrado que sabe administrarse y valorizarse.
PROEMIO
When I use a word… it means just what I choose it to mean, neither more nor less. -The question is,’ said Alice, whether you can make words mean so many different things. -The question is…which is to be master, that’s all. (Lewis Carroll, Through the Looking Glass, 1872)
Viene a decir el popular diácono anglicano que el significado de las palabras depende de la voluntad del Amo. Por ejemplo, ¿qué significa Mujer? Para unos, representa ‘la mitad del cielo’ pero, para otros, es ‘la mitad del infierno’. Dependerá del Jefe que, en esa tesitura, subyugue la interpretación. Pues bien, una somera lectura de la Historia europea/mediterránea, desde la Antigüedad hasta la Contemporaneidad, nos enseña que la Mujer ha sido conspicua, sistémica y encarnizadamente preterida.
En estos 30 collages explicados con breves textos, subrayaremos que no todas las mujeres ‘históricas’ fueron santas ni tampoco arpías. Quizá podamos eludir los extremos misóginos y/o feministas entre los que oscila la extremadamente contradictoria Sabiduría Convencional -también llamada la Historia Sagrada o la Tradición Oral de Occidente (Vine Deloria Jr. dixit) Para ello, disponemos de un colosal acervo de crudelísimas señoras que se suicidaron comiendo carbuncos (Porcia) o que traicionaron a sus juramentos (Berenice) Pero aún son más frecuentes, las caricaturas de algunas señoras que adquirieron cierto poder (Popea, Mesalina) y lo pagaron con la calumnia y la inquina post-mortem propaladas por el Cristianismo.
Por razones personales que no hacen al caso, encontramos un respiro en la obra de la arqueóloga Marija Gimbutas (1921-1994) quien, desde hace siete décadas, cambió la aparentemente imperturbable Historia Sagrada de Europa demostrando que esta modesta península euroasiática fue matriarcal… hasta que, entre los milenios V y III a.n.e., desde las estepas del Este, llegaron unos Invasores que sustituyeron el tradicional matriarcado por el todavía vigente patriarcado. Obviamente, no somos especialistas en este terreno por lo que sólo podemos citar lo que (todavía) se considera una hipótesis o una teoría. Pero es una hipótesis que cuenta con fuertes apoyaturas. Ejemplo, el genetista Luigi L. Cavalli-Sforza confirmó los planteamientos sobre las migraciones indoeuropeas desarrollado en la teoría de los Kurganes de Gimbutas (cf. infra)
Gimbutas llegó a los EEUU huyendo de la conquista de su natal Báltico por obra y (poca) gracia de los invasores polacos, luego nazis y, finalmente, soviéticos. En 1956, publicó un ensayo seminal, The Prehistory of Eastern Europe, donde demostró que los pueblos Kurgan o Yamna, abandonaron sus túmulos funerarios entre el Volga y los Urales, subieron a sus caballos y arrasaron el sistema de géneros hasta entonces habitual. ¿Hemos de suponer que la Europa Central era más liberal que el posterior sistema patriarcal?: habría que investigarlo en profundidad porque, cuantas menos suposiciones, mejor.
Para profundizar en aquellas épocas, Gimbutas recurrió a la multidisciplinariedad intrínseca a la cosmogonía-religión, la antropología e incluso la paleontología lingüística. Identificó así a los pueblos protoindoeuropeos desde el Neolítico, tempraneros domesticadores del caballo, quienes arrinconaron la agricultura, mantuvieron una cerámica característica y crearon una casta dirigente.
Acarreada por su inercia autoritaria, esa casta creó una de las más nefastas entelequias que sabotean desde hace milenios el pensamiento crítico à la occidental: la noción de Gran Diosa -que, entonces, todavía no se confundía con las posteriores diosas de la Fertilidad, de la Madre Tierra (hoy, Pachamama) ni tampoco de la diosa Madre -obviamente, un pecado capital del que Gimbutas es inocente. Lamentablemente, esta indefinición teológico-feminista ha propiciado una deriva indeseable: el auge, claramente visible en este siglo XXI, del neopaganismo y sus delirios conexos -individualismo, neoliberalismo, autoayuda, new age, galopante disglosia -no en fonemas sino en sintaxis-, egolatría, dependencia del Gurú y, de remate, irracionalidad radical.
Pero lo peor está aún por llegar. Nos referimos a la letal pandemia del Amor que suele proteger las espaldas de los neo-paganos. Desde la Antigüedad Clásica, maquillada y tergiversada en siglos posteriores, El Amor inunda la episteme política. Ejemplo: cf. Berenice (cap. 24) donde la nota respectiva se abre con un titular profundamente ahistórico. En esta Historia de Mujeres, insistiremos a menudo en que, según el más antediluviano del sentido común ‘erótico’, el Amor humano no existe entre los Dioses. En el Olimpo, lo único que encontramos es capricho, odio, crueldad infinita, irresponsabilidad, egolatría divina y, en el mejor de los casos, componendas entre las élites que conciben el todavía indefinido ’sentido del Estado’ como una heredad privada más. Solucionar, es un decir, el acontecer de la Historia mediante el Amor es el peor atajo que ha encontrado la Historiografía occidental. Ni siquiera es necesario abundar en la moderna distinción entre Amor romántico y el Amor divino: basta con rechazar rotundamente que esté por encima -o por debajo, da igual-, de las susodichas componendas.
Finalmente, la dispersión individualista del Olimpo acabó siendo sustituida por la hiper-Centralización del Cristianismo. Hasta que la contrarrevolución cristera llegó al Poder, los Dioses sólo eran una pandilla de jovenzuelos drogadictos y canosos psicópatas que, poseídos por su natural homicida, se entremataban con fruición por motivos tan fútiles como el incesto o el asesinato de la parentela. Y en esto llegó Constantino, el hijo de Flavia Julia Helena Augusta, emperatriz de la acreditada dinastía Flavia (alias Santa Elena) “y mandó parar”. Gritó el prepotente césar: –“¡Somos monoteístas!, ¡adiós al paganismo! De ahora en adelante, el único que manda soy yo. Si los dioses se nos oponen, los eliminaré. Despellejaré con conchas romas a Hipatia y, dentro de pocos siglos, los relapsos arderán en la pira, en los cadalsos y en las batallas. Mi inventiva superará la tortura del toro de Faláris” -y vaya si lo consiguieron sus fieles…
Dado que esta Historia se centra en las Mujeres, hemos considerado que debemos darle más relevancia a la dinástica Flavia -puro embuste que naciera en una humilde cuna-, que a su pelele vástago. Flavia-Elena, peregrinó a Tierra Santa cuando tenía 79 años -89 o 99, para Matusalén, una niña- y lo primero que hizo fue saquear varios templos paganos y sustituirlos por iglesias, oratorios y otras fuentes de recaudación.
Pero santa Elena no abjuró del politeísmo, seguramente porque, pese a la barahúnda de su hijo emperador, percibió que el Cristianismo nunca fue monoteísta. ¿Cómo podría serlo teniendo trinidades, demonios, vírgenes, santos y mártires, docenas de clases de ángeles, beatos por millones y Venerables a granel? Tienen razón los musulmanes cuando piensan que La Secta del Gólgota desvirtuó el mensaje monoteísta del Gran Patriarca Ibrahim (vulgo, Abraham) cuando cedió a la inflación teísta y, en consecuencia, cayó en el más proteico y hasta prosaico de los politeísmos. Tres o cuatro siglos después de la coagulación oficial e imperial de La Secta de la Cruz, tuvieron que llegar los mahométicos para que el monoteísmo ibrahímico volviera a respetarse. Pero el cristianismo nunca se arrepintió de sus frivolidades politeístas sino que, fiel a su connatural veleidoso, siguió aparentando ser pluma-y-pelo, mono/bi/politeísta para, a la postre, recaer en su delirio politeísta. Nunca se conformó con tener pocos dioses y, menos aún, por tener sólo dos -maniqueísmo.
En cuanto a sus progresos en Palacio, el emperador Constancio Cloro se casó con Ella y hasta tuvieron un hijo, Constantino. Pero, cuando ambos llevaban años de matrimonio, el emperador Maximiliano le ofreció a Constancio Cloro la oportunidad de ser nombrado su más cercano colaborador, pero con la condición de que repudiara a Elena y se casara con su hija Flavia Maximiana Teodora. Así, motivado por su ambición, Constancio repudió a su esposa. Dícese que Elena sufrió por este abandono durante 14 años -que aprovechó para convertirse al Cristianismo.
Por lo demás, santa Elena encontró tres cruces en Tierra Santa. Como no se podía distinguir cuál era la de Jesús, trajeron hasta el Monte Calvario a una mujer agonizante y al tocarla con dos de las cruces la cobaya empeoró. Pero al tocarla con la tercera cruz, la enferma se recuperó instantáneamente. La emperatriz halló otras reliquias de Jesús: los clavos que perforaron sus manos y sus pies, el Titulus Crucis, una parte de la túnica que utilizó antes de ser crucificado, un fragmento de la cuna donde Él reposó y la Escalera Santa, los clavos de la pasión de Cristo, las reliquias de los Reyes Magos y descubrió el sepulcro donde fue enterrado Jesucristo. Para proteger a su hijo Constantino en las batallas, Santa Elena colocó uno de los clavos de Jesús en su casco y otro en su caballo. De ahí que la infatigable arqueóloga ‘santa elena’ sea la patrona de los fabricantes de clavos y de agujas y, asimismo, de quien busca objetos perdidos.
Índice, fecha de publicación:
(Primera parte)
1.- El triunfo (casi) universal de Venus: del Indostán a Fenicia. 2-Agosto-2023
2.- El progresivo destape de las Venus. 3-Agosto-2023
3.- Aspasia de Mileto, Pericles y viceversa. 4-Agosto-2023
4.- Otros chismes sobre Aspasia. 5-Agosto-2023
5.- Penélope, casta oficial y promiscua nocturna. 6-Agosto-2023
6.- Mesalina, ¿ninfómana?. 7-Agosto-2023
7.- Agripina, urbanista. 8-Agosto-2023
8.- Popea, la más difamada. 9-Agosto-2023
9.- Fulvia y Olimpíade, de agujas tomar. 10-Agosto-2023
10.- Porcia en el teatro. 11-Agosto-2023
11.- El suicidio ardiente: ayer carbunco, hoy ántrax. 12-Agosto-2023
12.- San Jorge, el paladín más torpe. 13-Agosto-2023
13.- Santa Casilda, apóstata y quintacolumnista al servicio de la cristiandad. 14-Agosto-2023
14.- Una aristócrata toma el poder estético. 15-Agosto-2023
15.- Juana dite la Loca, su marido dite el Hermoso y los comuneros. 16-Agosto-2023
– Ilustración de portada: El mercader de Venecia, por W. Shakespeare. Porcia: Mi pequeño cuerpo ya está harto de este inmenso mundo. Bien inventa el cerebro leyes para refrenar la sangre, pero el calor de la juventud salta por las redes que le tiende la prudencia, fatigosa anciana.
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